MARATÓN DE DONOSTI POR IRENE SANZBERRO

Esta mañana revisando mails del blog me he encontrado esta joya!Perdona Irene que estoy tan liada que se me había pasado,menos mal que revisé!!!Millones de gracias a todos los que me seguís,me encantaría tener más tiempo para atender mejor el mail pero es complicado tenerlo al dia,espero que lo entendáis.

Sin más os dejo con su crónica que me ha emocionado muchísimo, la marca no importa,importa más todo el entrenamiento y el saber vencer a una cabeza y a un cuerpo que dicen NO!sinceramente veo en esta mujer mucha capacidad de esfuerzo y sufrimiento.Brava Irene! Enhorabuena!!!!!!Desde yo no corro,vuelo,te colgamos una medalla!

Aunque no se cumplieron tus pronóstico Irene piensa que muy pocas mujeres de nuestra edad se pelean y entrenan a tan alto nivel,cada kilómetro,cada entreno y cada carrera es algo que agradecerá tu cuerpo cuando vayas cumpliendo años.

CRÓNICA DEL MARATÓN DE DONOSTI: NUNCA TE RINDAS

Este domingo viví una de las experiencias más duras de mi vida. Después de veinte semanas de duro entrenamiento me enfrentaba a mi primer maratón con ganas y, sobre todo, mucho miedo. Por los entrenos que llevaba y los tiempos en las carreras anteriores, estaba preparada para hacerlo en menos de cuatro horas, y, según el entrenador, podía pelear por bajar de 3h 50’.

Sin embargo, las cosas no salieron como deberían y finalmente crucé la meta en un digno (para las condiciones en las que iba) 4:04:17h .

El día empezó temprano, a las 5:30h me levanté para desayunar y cometí un error de principiante: desayuné algo a lo que no estaba acostumbrada. Según el plan de alimentación, tenía que tomar arroz y yogur con cereales. El arroz lo había probado en otras carreras y no me había sentado mal pero el yogur era nuevo y creo que fue demasiado para mí. Para el momento de la salida aún no había hecho la digestión del todo y salí con una pelota en el estómago que me pasó factura.

Desde el primer kilómetro me di cuenta de que ese día me iba a tocar sufrir. No conseguía entrar en calor ni meterme en la carrera y el estómago no dejaba de molestarme. Pasé el medio maratón en 1h 55’ cumpliendo las previsiones del entrenador pero incómoda en un ritmo que para mí era el de los entrenamientos. No terminaba de arrancar y el estómago no me permitía apenas beber ni por supuesto tomarme los geles que debía (tenía que tomar seis y solo pude con tres y medio y obligándome), lo que me pesó a lo largo de la carrera.

Empecé a perder ritmo y asumí que ése no era mi día, que debía olvidarme de cualquier tiempo y centrarme en terminar, despacito, pero terminar. Fui pasando kilómetros, sufriendo, y al llegar al 30 pensé: “bueno, a partir de aquí, el muro” Pero el muro yo lo llevaba atravesando desde la salida.

Los últimos kilómetros fueron una agonía. En ningún momento se me pasó por la cabeza que no iba a terminar pero me costaba un mundo levantar los pies del suelo, apenas avanzaba y solo pensaba en cuándo terminaría ese calvario. Veía que me pasaban otras compañeras que normalmente son más lentas que yo y eso me recordaba lo mal que iba. Pero no me importaba: yo tenía mi propia lucha.

Crucé la meta tocadísima y lo que más me apena es que no disfruté ni un solo kilómetro de carrera y que al terminar no oí trompetas, ni sentí alegría, ni que había alcanzado la gloria…nada de lo que dicen que se siente. Más bien pensaba que todo el esfuerzo, los madrugones, las peleas en casa que me había ocasionado este reto… todo el sacrificio de casi cinco meses no había servido para nada.

Me quedé bastante chafadilla pero como de las cosas malas también se puede sacar algo positivo, aquí os dejo lo que me enseñó la carrera del domingo:

-         Nunca subestimes a nada (ni, por extensión, a nadie)

-         A veces el plan A falla. Entonces, hay que saber adaptarse a las circunstancias.

-         Cuando pensamos que ya no podemos más siempre nos quedan fuerzas para seguir en la pelea

-         Con esfuerzo y sacrificio las cosas se consiguen. Costarán más pero el triunfo será más grande

-         Siempre, siempre, SIEMPRE, hay que confiar en una misma

Sé que cuando pasen algunas semanas lo veré todo de otra forma y valoraré lo que he conseguido, que no es poco. Por ahora, me quedo con el abrazo que me dio mi padre cuando terminé y lo orgulloso que venía ayer porque un vecino le paró para decirle que “vaya machada” había hecho su hija.